Leyendas en Tomatlán Jalisco
Un pueblo hermoso municipio de la Región Costa Norte del Estado de Jalisco es Tomatlán, su nombre significa "lugar de tomates", rico en leyendas que atemorizaron mucho tiempo a los tomatlenses y por las noches nadie se atrevía a cruzar la plaza ni los callejones, mucho menos se acercaban a los panteones.
Estas leyendas son parte del folklore
del pueblo y aunque en la actualidad a veces nos cause risa, forman
parte de la historia de la comunidad, a continuación te las compartimos para tu deleite..
“El charro montado en un caballo negro”
Por la plaza principal nació la leyenda de un aparecido montado en un caballo negro, vistiendo ropas de charro.
Este sujeto salía de la plaza
principal, anteriormente era una calle empedrada, que hoy es la calle
Constitución; este charro caminaba a las 12:00 de la noche en adelante,
se dice que su caballo lanzaba destellos de fuego por los ojos y que el
charro tenía unas espuelas de oro; que también reflejaban chispas de
lumbre. Este fantasma hacía su recorrido por esta calle y se perdía por
la calle Cuahutémoc, frente a la casa de la familia Sánchez Fernández,
ya que ahí existía un portón donde desaparecía el fantasma; se dice que
este sujeto le había vendido su alma al diablo.
Posteriormente se rumoró que el charro,
al desaparecer, se “robaba” a las mujeres que encontraba llevándolas a
donde hoy se encuentra la “zona roja”, en la actualidad
existen dos o tres botaneros con ese nombre.
“El cerro de la costa”
Se cuenta que en el mencionado lugar existe un
hechizo o encanto, hay quien asegura que el viernes Santo de cada año a
las 12:00 de la noche se escucha replicar campanas y que la persona que
tenga valor de ir al sitio donde se escuchan campanadas va a
desencantar el cerro; apareciendo un castillo muy bonito con muchas
riquezas y que aquel valiente será el dueño de todo. Hoy en dia aún se espera al valiente que rompa con el hechizo.
“Los duendes de la higuera del río”
Cuentan que conforme se acerca la Semana
Santa en una higuera que se encuentra a orilla del río que pasa a un
costado de la casa de la comunidad, aparecen unos hombrecitos de color
verde, que buscan la manera de hacerse presentes a los niños,
principalmente; comentan que los atrapan para llevarlos con ellos, tal
es el caso que les sucedió a los hermanos Pedro y Leobardo Díaz Barbosa,
quienes en una ocasión que venían del potrero en compañía de su papá y
demás familiares, que ambos pensaron en adelantarse para bañarse en el
río cerca de dicha higuera, pero ignoraban lo que de ahí se comentaba,
cuando ambos se encontraron dentro del agua se dieron cuenta de que
había unos hombrecillos verdes que se dirigían hacia ellos, siendo a
Pedro al que tomaron de las manos y lo jalaron hacia al tronco de la
higuera donde creían ver una puerta por donde aparecían y desaparecían,
Leobardo al ver esto salió corriendo para llamar a sus familiares para
pedir auxilio, pero cuando llegaron al lugar solo encontraron a Pedro de
pie y sin poder hablar y temblando, hubo la necesidad de llevarlo al
doctor para que lo examinara porque sufría de calentura y fuertes
delirios a consecuencia de la fiebre que le produjo tal acontecimiento
emocional; a partir de ese momento se ve con recelo a tal higuera por
temor a que suceda lo mismo que a los hermanos Barbosa.
“El coyote del cementerio”
Según cuentan que antes que se formara
el rancho del Tequesquite, éste fue una hacienda que tenía el mismo
nombre, que cuando fallecía algún niño que después de sepultarlo se
aparecía un coyote más grande de lo normal y que lo desenterraba para
comerle algunas partes, motivo por lo que los familiares tenían que
estar pendientes para que no sucediera tal acontecimiento.
Cuentan que se pusieron de acuerdo para
matar a dicho animal; por lo cual le hicieron guardia durante días
después de sepultar a un infante, para esto se turnaban pero no lograban
hacerlo, porque cuando el coyote les veía el arma ésta no lograba
percutir su cartucho y que a otros se les doblaba el cañón del arma como
si fuera de tela, para lograr matar al coyote necesitaron bendecir con
agua bendita sus armas y esconderse entre la maleza a un costado de la
vereda por donde pasaba el animal para que no los viera. Después de que
lograron matarlo comentan que amontonaron leña en torno al cuerpo del
animal y le prendieron fuego para que todo terminara de una vez, pero existe el temor de que vuelva a aparecer por el lugar.
“La viejita del diez”
En los años 50´s corrió el rumor de esta
leyenda, se decía de una mujer que murió en algún lugar del municipio
de Talpa de Allende, dejando pendiente una manda: llevar a la Virgen
alguna cantidad en moneda de diez centavos de níquel, que era la moneda
que se usaba en esos tiempos; poco a poco fue cobrando fuerza esta
historia, hasta llegar el terror entre la comunidad porque este
espectro, al no conseguir los “dieces” en Talpa, se creé que vino
penando por toda la región y aquí en Tomatlán llegó a decirse que muchas
personas vieron a la “Vieja del 10″; y comentaron que vestía de blanco
con la cara tapada con un velo que tocaba el piso, para caminar
arrastraba una cadena en el cual colgaba un crucifijo y con él tocaba la
puerta. Hubo quienes afirmaran que la persona que no diera los
mencionados 10 centavos moría. Lo mismo les sucedía a aquellas que
intentaban verle el rostro, platican los antepasados que del municipio
de Tomatlán.
Leyendas realmente tenebrosas y escalofriantes....no lo crees asi?